En Bulevar Artigas, entre Bulevar España y Hugo
Prato se encuentra uno de los bares más icónicos del ambiente universitario. Al
lado de la Facultad de Arquitectura de la Udelar, El Farolito parece tener la
fórmula secreta del éxito: desde hace aproximadamente quince años, es de los
pocos bares que apuntan a un público joven que abren tanto de día como de
noche, de lunes a sábado.
El pasado lunes tuvimos la oportunidad de hablar con Federico Farachio, encargado del lugar durante el día.
El pasado lunes tuvimos la oportunidad de hablar con Federico Farachio, encargado del lugar durante el día.
A comienzos de este año el local cambió de
dueño. Federico nos contó que fue, en parte, un reto, porque los clientes
estaban acostumbrados al servicio de los anteriores dueños. Ni mejor ni peor;
simplemente distinto. Sin embargo, el público rápidamente se acostumbró al
cambio y de a poco la concurrencia va igualándose. Además, dijo que también
influyen las condiciones climáticas.
El lugar es relativamente pequeño. De todas formas, esto no impide que El Farolito se llene. Durante el día, pueden llegar a haber hasta ochenta comensales, y durante la noche, hasta trescientos. En una noche con una concurrencia exitosa, el cierre se extiende hasta las tres de la madrugada, aproximadamente. Consultado por qué no hasta más tarde (como la mayoría de los boliches de la ciudad), Federico nos dijo que es “…por un tema de que nosotros funcionamos como pub y no tenemos permiso. Si bien tenemos permiso para hacer espectáculos públicos con determinada cantidad de decibeles que podemos tirar, hay una situación clara con los vecinos que hace que no sea posible hacer más ruido y demás”.
Entre los clientes, hay una distinción entre los que van al Farolito de día y quienes lo hacen de noche. Farachio dice que los primeros son casi exclusivamente estudiantes de Arquitectura y personas que trabajan o viven en los alrededores. Sin embargo, de noche se amplía considerablemente el prototipo de cliente; no solo acuden estudiantes y gente de la zona, sino también personas que se acercan porque conocen el lugar o han oído hablar de él.
De día, lo que más se consume es el “menú del
día”, un plato acompañado de pan y bebida que varía día a día, aunque Federico
recomienda las “pitas”. Éstas son caseras y pueden tener distintos rellenos,
acompañadas por papas fritas. De noche, el Fernet es la insignia del Farolito.
En cuanto a su esencia, en palabras de
Federico, El Farolito, “…es un lugar con onda hippie. Aunque a veces suena mal,
no tiene una connotación negativa. Tenemos tolerancia a cualquier tipo de
público, no tenemos derecho de admisión. Salvo que alguien haga algún tipo de
disturbio, dejamos venir a cualquier persona. Esto forma parte de la
idiosincrasia que planteamos nosotros”. Expresó que alguien que no
ha ido nunca debería ir porque “hay un buen ambiente, de gente joven. La música
es muy buena y los precios son baratos. Por lo que vendría alguien sería
justamente eso…porque encuentra un buen ambiente que le da, ponele, para hacer
una previa o tener un rato libre después de laburar o estudiar.”
Tomada de la página de Facebook "Pomada Arquitectura" |
Ninguno de
nosotros había ido a este lugar antes. Sí habíamos oído de él. La verdad es
que, a primera vista, pareciera que la definición que Federico nos dio de la
identidad del lugar fuera la justa. Realmente, nos sorprendió para bien el buen
trato que nos dieron y el ambiente relajado.
Esperamos que a
nuestros lectores les haya gustado esta primera publicación de Entre Copas.
Ojalá nos reencontremos en la próxima semana para así descubrir la identidad de
otro bar de la capital.
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